Colombia: las preguntas que quedan luego de la liberación del general Alzate

01.12.2014 11:07

La liberación este domingo del general Rubén Darío Alzate y dos acompañantes, en poder de la guerrilla de las FARC desde hace dos semanas, pone fin a un tenso episodio que se pensó podía llegar a descarrilar el proceso de paz colombiano.

Pero sus consecuencias todavía se sentirán por un buen rato.

Y el impacto final del incidente sobre las conversaciones, que acaban de cumplir dos años, todavía está por determinarse.

"Parte de la delegación del Gobierno viajará este lunes a la ciudad de La Habana en Cuba, para tener una reunión de dos días (...) con parte de la delegación de las Farc en esa ciudad", informó el jefe de la delegación gubernamental, Humberto de la Calle.

"El propósito de esta reunión es el de discutir, al lado de los garantes, una evaluación relacionada con los hechos recientes y que conoce la opinión pública", explicó el jefe negociador.

Para muchos colombianos la retención de Alzate fue un secuestro más de las FARC. Para la guerrilla, fue un prisionero de guerra capturado en el teatro de operaciones.

Eso significa que si bien habrá conversaciones, las pláticas siguen formalmente suspendidas.

Y a la espera de lo que se resuelva en dicha reunión quedan planteadas numerosas preguntas.

La primera de ellas: ¿cuánto tardarán en reanudarse las conversaciones de paz, suspendidas por el gobierno colombiano a raíz de la captura del militar?

¿Reanudación inminente?

Al momento de anunciar la medida, el presidente Juan Manuel Santos dijo que los negociadores gubernamentales regresarían a La Habana inmediatamente después de que los cautivos fueran liberados.

Pero ya la semana pasada, el máximo líder de las FARC –Rodrigo Londoño, mejor conocido como Timoleón Jiménez o Timochenko– había advertido que después de la decisión unilateral de Santos "las cosas no podrán reanudarse así no más".

"Habrá que hacer diversas consideraciones", dijo Timochenko.

Las conversaciones de paz propiamente dichas podrían no retomarse hasta el próximo año.

El encuentro de dos días anunciado por De la Calle para inicios de la semana sugiere que el gobierno cuando menos comprende la posición de la guerrilla.

Pero el lenguaje y tono de los representantes guerrilleros en La Habana ciertamente hacen creer que un rápido reinicio de las conversaciones no solo es una posibilidad sino un deseo sincero.

Y, en ese sentido, el hecho de que Pastor Alape, uno de sus negociadores, viajara personalmente a Chocó para supervisar la entrega de los cautivos también es una poderosa señal.

"Luego de toda crisis quedan heridas que hay que curar", le dijo a BBC Mundo el director del Centro de Recursos para Análisis de Conflictos (CERAC), Jorge Restrepo.

"No creo sin embargo que esto vaya a llevar a una suspensión indefinida (de las pláticas)", agregó Restrepo, en una opinión compartida por los analistas consultados por la BBC.

Pero, aún si ese es el caso y las pláticas se reanudan rápidamente, ¿sale el proceso de paz fortalecido o debilitado por toda esta situación?

¿Proceso fortalecido?

La respuesta sería más sencilla si la liberación se hubiera dado más rápidamente, porque la relativa lentitud de las FARC –si bien explicable– le quitó algo de brillo a un gesto que una semana antes hubiera sido reconocido en su justa dimensión por un mayor número de colombianos.

Pero se trata de un gesto verdaderamente significativo, sostiene Restrepo.

Y además, si algo quedó claro en todo este episodio, es que ambas partes están comprometidas a fondo con la idea de una salida negociada al conflicto que acerque el sueño de la paz.

En el largo plazo, el incidente parece haber fortalecido al proceso de paz. A corto plazo dejó heridas y desconfianzas que habrá que atender.

"Es una demostración bastante clara de que, para ambas pates, una ruptura del proceso de paz es algo demasiado costoso", dijo Christian Voelkel, analista para Colombia del International Crisis Group (ICG).

Y Voelkel también destacó el rápido y decisivo involucramiento de la comunidad internacional en las gestiones para la liberación de Alzate, una clara señal de que las negociaciones ya no son sólo es un asunto entre gobierno y FARC.

"El proceso definitivamente sale fortalecido en largo plazo", le dijo a BBC Mundo.

"Pero también es cierto lo que dicen las FARC, que las conversaciones no se pueden reanudar como si nada hubiera pasado", agregó.

¿Nuevas reglas?

Para el analista del ICG, la ruptura de una de las reglas centrales de la negociación –la idea de que lo que ocurre en el teatro de operaciones no debe afectar las conversaciones en La Habana– era probablemente necesaria para contener la crisis generada por la captura de Alzate en el corto plazo.

"Pero tiene costos a largo plazo, porque hace al proceso más vulnerable a cualquier acto militar que pueda producirse en el futuro", explicó.

¿Cambiarán entonces las reglas del juego para lo que queda de la negociación?

Santos insiste que una negocaciación en medio del conflicto es lo mejor.

Para Jorge Restrepo eso es poco probable y no necesariamente deseable.

"De manera correcta el gobierno ha decidido no abrir la agenda", dijo Restrepo, quien cree que el caso Alzate terminó alejando todavía más la posibilidad de un cese al fuego bilateral, como han pedido las FARC.

Y Voelkel coincide en esto último, aunque cree que la presión para ir "des-escalando" el conflicto va a ser cada vez mayor.

"No un acuerdo bilateral, porque eso sería demasiado costoso para negociar. Más bien medidas unilaterales, pero reciprocas, para des-escalar el conflicto y minimizar la posibilidad de que este tipo de situaciones vuelvan a ocurrir", explicó.

Y, de hecho, esa posibilidad fue reconocida abiertamente por De la Calle en el comunicado publicado luego de la negociación.

"También provocaremos una evaluación de fondo, completa, desde un principio de las conversaciones, con el ánimo de lograr mayor eficacia en los diálogos, con el ánimo de decidir hechos de paz, con el ánimo de buscar decisiones prontas sobre lo que hemos llamado el desescalamiento del conflicto", declaró el negociador gubernamental.

Para Voelkel esto es importante porque "el proceso de paz no puede seguir con esta ambivalencia, con la paz en la Habana y la guerra en Colombia. Es peligroso y confunde a todos, confunde a la opinión pública".

Y el analista también considera que esta estrategia no hace sino evidenciar las tensiones entre los mismos actores estatales.

Lo que lleva a la penúltima pregunta: ¿qué nos dice el caso Alzate de las partes en negociación?

Un problema llamado ejército

Para muchos, la captura del general fue vista en primera instancia como prueba de posibles divisiones dentro de las FARC.

Y aunque Jorge Restrepo reconoce tensiones y problemas de comunicación en la guerrilla, los insurgentes parecen haber pasado la prueba mejor que el mismo gobierno.

Porque, para Voelkel, las dudas más grandes que deja el caso Alzate tienen que ver con el rol de los militares colombianos y sus posiciones de cara a la negociación.

Para buscar al general Alzate el ejército colombiano desplego numerosas tropas en el departamento de Chocó.

"Todos sabíamos desde hace mucho tiempo que el manejo de los militares no iba a ser nada fácil, y que todo el modelo de negociar mientras las hostilidades continúan, es ya una concesión a los militares y a los opositores (al proceso de paz)", le dijo a BBC Mundo.

"Y la amenaza fue aparentemente tan grande que Santos, aparentemente sin mucha consulta con los negociadores, rompió esa regla de oro. Ese es un paso muy fuerte y nos dice algo sobre lo complicado que realmente es mantener a los militares dentro del proceso. El manejo de los militares es a estas alturas el problemas mas complejo que enfrenta el proceso de paz", aseguró el analista.

Y por eso muchos esperan con ansias las respuestas que Alzate dará a la pregunta más intrigante de todas: ¿qué hacía viajando de civil y sin escolta en una "zona roja" de las FARC?

Todo parece indicar que sus razones serán más sencillas de lo que muchos anticipaban inicialmente, cuando se dispararon las teorías de la conspiración: según los habitantes de la zona, el general acostumbraba viajar de esa manera para intentar ganarse la confianza de la población y puede que haya pecado de confiado.

Pero para estar seguros tal vez habrá que esperar a la convocatoria anunciada por el Senado colombiano, que ya dijo que le pedirá al general Alzate una explicación.

BBC