De todo un poco.

02.04.2014 16:23

Hoy les ofrezco un cuento llamado “El caballero de la armadura oxidada” de Robert Fisher. Me imaginé que en un día feriado como hoy estaría bueno un poco de lectura que no viene nada mal de vez en cuando.

Nos enseña, con sutil sentido de la ayuda mutua, que debemos escapar de las barreras que nos impiden amarnos y conocernos a nosotros mismos para poder ser capaces de dar y recibir amor en abundancia. También que no siempre tenemos que guiarnos por lo que los demás piensen sobre nosotros mismos y que tenemos que ser independientes, pero que las personas que tanto amamos y nos aman siempre estarán junto a nosotros para ayudarnos. Esta lectura nos enseña muchas cosas que debemos aprender.

Capítulo primero: El dilema del Caballero

Hace ya mucho tiempo, había un caballero que pensaba que era bueno, era amoroso y generoso. Peleaba en la guerra, rescataba damiselas en apuros y mataba dragones. El Caballero era famoso por su armadura, tan brillante que los lugareños decían que el sol salía por la mañana y se posaba en su armadura. Su esposa y su hijo eran fieles y amorosos con él, pero un día el Caballero, obsesionado con sus éxitos, dejó de quitarse la armadura. Cristóbal entristeció y su esposa enfureció hasta el punto de ponerlo a elegir entre quitarse la armadura o si no ella y Cristóbal se irían a vivir a otro sitio.

Capítulo segundo: En los bosques de Merlín

El Caballero decidió ir a ver al rey para despedirse, sin encontrarlo, pero estaba Bolsalegre quien le dice que vaya al bosque de Merlín y eso hace. Después de meses de búsqueda el Caballero no tiene muchas fuerzas para seguir, estaba sin comida y sin agua, hasta que de repente se desmaya y despierta rodeado de animales y Merlín le da una copa de plata con una bebida la cual Merlín llamaba Vida.

Capítulo tercero: El Sendero de la Verdad

Cuando el Caballero despertó, vio a Merlín rodeado de muchos animales y le apremió a abandonarle. Esto molestó al Caballero, que estaba empezando a disfrutar, pero Merlín dijo que debía emprender su viaje solo hacia un sendero cercano. El Caballero se detuvo a pensar y le dijo al mago que llevaba meses perdido en el bosque y que no había ningún sendero. El mago le dijo que los que no tenían vista suficiente para ver más allá de sí mismo no podían verlo y que tendría que atravesar tres castillos para llegar a la cima del sendero: el Castillo del Silencio, el Castillo del Conocimiento y el Castillo de la Voluntad y la Osadía. El Caballero aceptó pero cuando tomó su caballo el mago le dijo que no podía ir con él o con su espada que tenía que ser solo él, la ardilla y la paloma Rebeca.

El Caballero dudoso empezó su viaje, pues de ahí depararía su futuro y lo que pasase con su armadura. Así el Caballero se fue con la ardilla y la paloma sin saber lo que venía a continuación.

Capítulo cuarto: El Castillo del Silencio

El Caballero, completamente solo, entró en el castillo. Llegó a una sala con una chimenea y un tapete, pero era demasiado silencioso el lugar. Entonces un hombre se acercó al Caballero, este se sorprendió ya que este hombre era el rey al que el Caballero debía lealtad. El rey le confesó que solía recorrer el camino de la verdad a menudo para encontrarse a sí mismo. Claro que le parecía más sencillo decirles a sus súbditos que partía a las cruzadas, porque había altas probabilidades de que no le entendieran.

Capítulo quinto: El Castillo del Conocimiento

Al entrar en el Castillo del Conocimiento, quedó sorprendido porque, aunque era muy grande y tenía una puerta de oro macizo, no tenía luz. A continuación leyó una frase que le hizo reflexionar: "El conocimiento es la luz que iluminará vuestro camino". Poco después vio otra: "¿Habéis confundido la necesidad con el amor?", le resultó difícil pero al final comprendió que él amaba a su familia por encima de todo que al igual que su familia lo necesitaba, ambos se necesitaban.

Capítulo sexto: El Castillo de la Voluntad y la Osadía

El Caballero recorrió el camino hasta llegar al Castillo de la Voluntad y la Osadía. De repente, se abrió la puerta y apareció un dragón que no era como los demás ya que era demasiado grande y de escamas verdes, el dragón del Miedo y la Duda. El Caballero sintió miedo y, por más que llamaba a Merlín, éste no aparecía.

El dragón echaba fuego azul por todas partes. El Caballero intentó entrar pero tenía miedo, entonces la paloma le dijo que podía derrotarlo porque se conocía a sí mismo. Este dragón sólo se derrotaba con la verdad y la confianza en uno mismo. Decidió entrar pero salió corriendo porque se quemó.

Capítulo séptimo: La Cima de la Verdad

Tras pasar los tres castillos subió finalmente la montaña desgarrándose los dedos por culpa de las afiladas rocas. Entonces antes de llegar a la cima encontró una inscripción, que decía: “Aunque este Universo poseo, nada poseo, pues no puedo conocer lo desconocido si me aferro a lo conocido” no sabía lo que quería decir y consideraba que era muy injusto ya que no podía pensar estando colgado de una roca. Entonces comprendió que tenía que liberarse totalmente. Dudó durante unos segundos, pero al final se convenció con ayuda de Sam y decidió arrojarse al vacío.

Mientras descendía recordaba cosas de su infancia y logra liberarse de todo lo que arrastraba. Entonces comenzó a elevarse y cuando se dio cuenta estaba en la cima de la montaña. Terminó por emocionarse y lloró, eran lágrimas que provenían del corazón por lo que estaban tan calientes que se derritió la última parte de la armadura. Ahora sí era totalmente libre, había comprendido que el universo y él eran uno solo y ahora tenía un mayor resplandor. Entendió que la vida consistía en el amor, y todo lo que la formaba lo era. Al final ya no tenía armadura.