El reemplazo del mulla Omar provocó una crisis interna en el movimiento talibán de Afganistán
El nombramiento del mullah Akhtar Mohammed Mansoor, pone blanco sobre negro una dura crisis interna por su liderazgo tras conocerse la muerte del fundador del grupo, el mullah Omar.
Paralelamente, anunció una próxima reunión masiva para escoger a un jefe de "manera democrática", según indicaron en una nota distribuida en los medios locales.
Destacó la declaración que "que esta elección va en contra de los principios del islam" y llamó a sus integrantes a no dejarse "engañar por los enemigos" y evitar jurar lealtad a ningún líder mientras dura el periodo de luto por la muerte del fundador del grupo.
El Gobierno afgano anunció el miércoles pasado que ese jefe yihadista había fallecido en abril de 2013 en un hospital de Karachi, en el sur de Pakistán, información que fue confirmada al día siguiente por los talibanes, aunque aseguraron que ocurrió en Afganistán y no proporcionaron una fecha concreta del deceso.
"Su nombramiento se ha hecho en presencia de poca gente en base a intereses personales", indicó además la nota de la cúpula talibana y subrayó que Mansoor fue "impuesto" como nuevo jefe de la formación.
"El Consejo Supremo del Emirato Islámico (como se llaman a sí mismos los talibanes) y la familia del último Amir ul Momineen (Príncipe de los Creyentes) tienen intención de invitar a una concurrencia de miembros del consejo, la ulema y figuras nacionales para tratar el nombramiento de un nuevo líder", indicó, según citó la agencia de noticias EFE.
De esta forma quedó al desnudo una fuerte disputa en la cúpula y hacia adentro del movimiento talibán por elegir un nuevo liderazgo, ya que ayer se había conocido un mensaje de unidad atribuido a su nuevo número dos, Jalaludin Haqqani.
"Estamos seguros de que el nuevo líder, el mullah Ahktar Mohamed Mansoor, es nombrado con completa legitimidad y tras la correspondiente consulta y que es el sucesor más adecuado", sostuvo la red Haqqani, uno de los subgrupos de los talibanes, declarado por Washington como uno de los más peligrosos.
Previamente, y pese a que el respaldo de Haqqani difundido en Internet buscó traer calma dentro y fuera del grupo islamista, también se conoció un audio del hermano del fallecido mullah Omar y dirigente talibán, mullah Abdul Manan, en el que desconocía el traspaso de mando.
Según reprodujo el canal de televisión paquistaní Geo Tv, Manan dijo que su "familia no declaró fidelidad a ningún líder", y recordó que el deseo de su hermano era mantener la unidad del movimiento, destacó la agencia de noticias ANSA.
En los últimos meses, aún antes del anuncio de la muerte de Omar, muchos de los mandos medios y milicianos de base rechazaron el diálogo de paz iniciado con el gobierno afgano, heredero de la invasión y ocupación de Estados Unidos, y abandonaron las filas del grupo insurgente.
En todos los casos se unieron al grupo islamista radical en ascenso en la región, el Estado Islámico (EI), el mismo grupo que ya controla más de un cuarto de los territorios de Irak y Siria, y una importante ciudad de Libia.
Pese a la tensión que estas salidas provocaron, la figura del mullah Omar seguía unificando a las distintas redes dentro del grupo.
Por eso, fue la decisión de la Shura -el gran Consejo talibán, integrado por Manan entre otros- de designar a Mansoor lo que finalmente desencadenó el quiebre.