El Senado funciona poco por las campañas electorales
El Senado está paralizado por las elecciones en las provincias y las internas de los bloques. Sólo tuvo dos sesiones ordinarias y sus líderes están de campaña, desgastados y en algunos casos atrapados en duras internas.
La primera reunión de la Cámara alta fue el 12 de febrero para aprobar la ley de inteligencia y alcanzó para que Miguel Pichetto advirtiera que sería un año complicado.
Los problemas de salud de la salteña María Fiore y el chubutense Marcelo Guinle lo obligaron a ajustar el quórum. Guinle fue igual, con un enorme esfuerzo físico y el aporte del fueguino Jorge Garramuño y el neuquino Guillermo Pereyra le dieron alivio.
Desde marzo hubo dos sesiones ordinarias, el 11 de marzo y el 15 de abril, con temarios acordados y debates desganados. Todavía no visitó la casa el jefe de Gabinete, como se acostumbró el año pasado, cuando Jorge Capitanich estuvo cerca de cumplir la obligación constitucional de asistir una vez por mes a cada cámara.
La segunda estaba prevista para tratar el pliego de Roberto Carlés, pero cuando fue imposible reunir los dos tercios Pichetto la convocó igual para aprobar proyectos consensuados, como la indemnización a los ex empleados de YPF y el subsidio a víctimas por el atentado a la AMIA.
Pero las sesiones cambiaron. Enredados en su interna, Ernesto Sanz y Gerardo Morales rara vez levantan el tono como en otras épocas y Pichetto, si puede, evita cerrar los debates. Morales y el rionegrino sólo quieren ser gobernadores y no volver a hablar de expedientes.
Los senadores no están dispuestos a viajar la semana previa a las elecciones y por eso rara vez habrá sesiones un miércoles si el domingo alguna provincia vota.
En la oposición hubo ausencias recurrentes como la del cordobés Luis Juez, quien ni siquiera fue a la sesión preparatoria a jurar como vicepresidente tercero.
Ese día renunció el camporista José Lepere como secretario de Coordinación Operativa, un cargo creado en 2012 para que sea ocupado por la agrupación de Máximo Kirchner, tras negarle la subdirección administrativa. Pero Máximo ni se preocupó por reemplazarlo.
Los interbloque opositores más pequeños tienen internas. En el PRO Gabriela Michetti enfrió su relación con Diego Santilli, candidato a vice de Horacio Rodríguez Larreta.
Los cinco senadores del Fap mantienen buena relación personal pero tomaron caminos bien diferentes.
Juez está con el PRO, Jaime Linares es candidato a Gobernador de Margarita Stolbizer, Fernando “Pino” Solanas coquetea con Sergio Massa; Rubén Giustiniani perdió otra vez la interna de la gobernación santafesina y Magdalena Odarda buscará ser candidata por el socialismo de Río Negro. Norma Morandini quedó sin rumbo y va a los eventos que la inviten.
El interbloque del peronismo federal sigue reuniéndose los martes, pero con fisuras. Perdieron a Carlos Reutemann, ahora en el PRO, y aunque el resto se volcó con Massa, Adolfo Rodríguez Saá, su presidente, raramente se quedó solo.
El Frente para la Victoria también tiene sus rencillas. Los misioneros Sandra Giménez y Salvador Cabral, del gobernante Frente para la Concordia, enfrentarán como siempre al kirchnerismo, representado en el Senado por Juan Irrazabal.
Ya dieron señales de rebeldía. Irrazabal faltó a varias sesiones a fines del año pasado y Giménez sorprendió hace un par de semanas con un proyecto que pide debates presidenciales.
El bloque sigue con la sana convivencia entre ultras K (Ruperto Godoy, Pablo González y Pedro Guastavino) con otros más del PJ clásico, como Pichetto, Rosana Bertone y Guinle, más cercanos a Daniel Scioli y recordados por promover la licencia de Amado Boudou, frenada por la presidenta. Ya no es tiempo de internas y recelos, sino de pasar por el Senado lo menos posible.