El Tata quiere que la Pulga siga brillando como en Barcelona
Campanarios, iglesias y casas coloniales se destacan entre lo nuevo. Todo es contraste en esta ciudad con playas que cautivan a pesar del frío, que aún siendo leve, se hace sentir. El ritmo de la Copa América de a poco ingresa por estos lados. Entre un ejército de carabineros, ocho vehículos, 16 motos, Lionel Messi contempló las primeras imágenes de sus calles debajo de un cielo limpio y sin nubes. Entre buscavidas haciendo malabares en los principales semáforos, entre los que se disfrazan de mariachis frente a los balcones de madera del centro histórico e infinidad de estudiantes universitarios, existen los fanáticos que gritan por "Mechi-Mechi", ante la interminable fila de vehículos que componen la custodia de la Pulga y la que se triplicó con su llegada.
"La herida del Mundial siempre va estar", admitió en sus primeras palabras en La Serena. Después de las imágenes triunfales en el cierre de la temporada con Barcelona, Messi comienza una nueva ilusión con la camiseta del seleccionado. Pasaron 332 largos días desde la final perdida con Alemania, en Río de Janeiro, donde miraba con los ojos perdidos la entrega de la copa a los germanos, mientras los argentinos en las tribunas se consolaban entre ellos. Él, con 27 años y nunca tan cerca de aquel gran anhelo, sentía impotencia por no poder hacer nada para torcer una historia que intuía posible a pesar de un equipo no moldeado totalmente para su juego. Ahora, a días de cumplir 28 y con las esperanzas acumuladas se embarcó en este nuevo sueño de la mano del Tata Martino.
En el hall principal del hotel La Serena Suites lo recibió Martino. "¡Que hacés Leo! Acomodate, que luego charlamos un poco". Messi sonrió y, con su valija y mochila negras, se metió en la habitación N° 53 que compartirá con Sergio Agüero durante toda la estada en este certamen. Hace relativamente poco, Martino y Messi hablaban en otro ámbito, en otro país, bajo otros colores: los de Barcelona. La actualidad los reúne en una competencia oficial defendiendo los de la Argentina.
La lupa de ambos está puesta en poder potenciarse el uno junto con el otro, acaso una de las mayores preocupaciones que sienten jugador y entrenador en esta vigilia del debut en la Copa América. Tendrán una cantidad de horas para soldar la idea, pero por el rol del rosarino en este seleccionado, el DT comenzó un camino de persuasión a partir de las charlas que tuvo con la Pulga durante el entrenamiento y que se prolongó por la noche en el hotel La Serena Suites.
En el esquema del DT, el punto de partida de Messi es el costado derecho. "Cuando el Tata estuvo en Barcelona siempre me quiso poner en ese lugar, pero por diferentes circunstancias no pudo hacerlo. Ahora que vino Suárez a Barcelona, tuve que hacerlo porque él es 9 y yo puedo moverme en otro sector. Desde que Martino fue designado técnico de la selección sabía que me iba a poner en el costado derecho del ataque", dijo el rosarino en la conferencia de prensa de ayer. Martino utiliza el esquema 4-3-3 y un juego de dominio territorial y con la pelota. La ausencia de lesiones fue clave para Messi en esta temporada y quizá por eso le planteó por estas horas un juego de menor desgaste, pero de mayor explosión en los metros finales. Quizá las experiencias compartidas en Barcelona lo hayan llevado a esta determinación, en la que Messi deberá resolver con el repertorio de siempre, actuando como extremo derecho, generando paredes y el clásico slalom de afuera hacia adentro que marcó su carrera.
Enterarse de los planes futbolísticos que se tejen en la intimidad de un equipo, de un seleccionado, suele ser una tarea que requiere de observación y acercamiento en los pocos tiempos permitidos para la prensa. Martino sabe, y entiende, que rápidamente y durante la competencia debe respaldar al talento de sus individualidades. Primero desde la decisión, segundo desde el mensaje, tercero desde el funcionamiento. Hay un plan de ataque y lo habló mucho con Messi y los otros delanteros. En la idea del Tata no alcanza con la participación de los cuatro de arriba, pues necesita y obliga a una estructura global a fabricar las situaciones.
Incluso, con los defensores, y especialmente los laterales, algo entrenado ayer repetidamente en el predio Deportivo La Alpina, donde los gritos enérgicos del DT impulsaban ataques letales entre conos, llegadas a los toques y definición. Con las montañas como escenografía de fondo, los movimientos ofensivos fueron lo más destacado de una práctica en la que el público local espió desde las laderas para poder ver algo de lo que pasaba en ese perímetro cubiertos por lonas. El búnker del plan argentino.