La Argentina ante Brasil, para despegar en la Copa Davis

06.03.2015 09:34

Desde siempre, la Copa Davis deja huellas. Más fuertes en algún caso, más tenues en otros, pero es imposible que pase inadvertida. Lo sabe la Argentina, obsesionada desde hace un largo rato, incluso antes de convertirse en el país que más veces alcanzó la final -cuatro- sin poder alzar el trofeo creado por Dwight Davis hace 115 años. Después de un 2014 de penurias, en el que nuestro país mantuvo la categoría sin sobrarle nada, se abre una era diferente. La temporada 2015 trae novedades: hay un nuevo capitán, Daniel Orsanic, y también un cambio en la formación, con el ingreso de Diego Schwartzman, uno de los rostros del recambio en el tenis nacional. Pero también hay una dirigencia que promueve una renovación, con el impulso de Juan Martín del Potro. Y eso es otra novedad: Delpo ensaya un regreso a la Copa Davis después de su borrascosa salida en septiembre de 2012; no jugará frente a Brasil porque su muñeca, operada hace pocas semanas, todavía le impide afrontar un compromiso de esta magnitud, probablemente con partidos largos y de alto desgaste. Pero, en una clara muestra de compromiso con el plantel y con los nuevos mandos de la AAT, acompañó en la concentración del equipo y en varios entrenamientos como sparring, y anticipó que, si el físico se lo permite, estará en la próxima serie. Los vientos de cambio trajeron también un escenario flamante: Tecnópolis surgió como alternativa a Parque Roca y al Buenos Aires.

 
Los jugadores argentinos en Tecnópolis. 

En cierto modo, el rival también es una novedad. Es cierto que Brasil es, para la Argentina, sinónimo de clásico en cualquier ámbito deportivo. Pero, al mismo tiempo, pasaron 35 años desde la última serie previa, en febrero de 1980, en San Pablo; aquél fue el último episodio de un ciclo de intensos duelos en los setenta, y a partir de entonces, los caminos se bifurcaron. Lejos de los tiempos de Thomaz Koch y José Edison Mandarino, y más cerca en el tiempo, de Guga Kuerten y Fernando Meligeni, Brasil permaneció varios años en la Zona Americana. Regresó al Grupo Mundial tras la histórica victoria de septiembre pasado sobre España (3-1). Desde entonces, siempre pareció que la ilusión visitante se sostendría en los hombros de Thomaz Bellucci, en singles, y en la pareja que conforman Marcelo Melo y Bruno Soares, dos especialistas de máximo nivel en dobles. Sin embargo, en los torneos ATP que se jugaron en San Pablo y en Río irrumpió Joao Souza; con un par de buenas actuaciones, Feijao -tal como se lo conoce- escaló 40 puestos y llegó a Buenos Aires cargado de confianza. Un jugador que estaba fuera de consideración hace poco más de un mes se convirtió en un adversario de riesgo: la magia de la Davis?

De todos modos, aun sin Del Potro, la Argentina tiene argumentos para mirar el fin de semana con optimismo. Para los singles del primer día, Orsanic se apoyó en la experiencia de Leonardo Mayer y Carlos Berlocq, ambos protagonistas decisivos en el repechaje de Sunrise, en septiembre pasado. Allí, el Yacaré dio cátedra de cómo jugar en circunstancias complejas; el de Chascomús, además de ser un ejemplo de tenacidad y dedicación, también consiguió buenos resultados. Diego Schwartzman -colaboró en varias series, pero debuta como jugador- y Federico Delbonis -se presentó en el dobles frente a Israel- sumarán, de ser necesario, su esfuerzo; el Peque se entrenó toda la semana para acompañar en el dobles a Berlocq, pero su bautismo de fuego dependerá del desarrollo de la primera jornada. Y por otra parte, la Argentina contará con esa ventaja que siempre representa la localía, con la elección del terreno -un polvo de ladrillo muy húmedo- y el apoyo del público.

Según lo determinó el sorteo, será Berlocq el que abrirá la serie contra Souza, a partir de las 11; luego, Mayer se encontrará con Bellucci. Para el dobles -mañana, a las 13-, Orsanic nominó a Delbonis y a Schwartzman para enfrentarse con Melo y Soares, aunque todo quedará sujeto al desarrollo del primer día. "Va a depender mucho del nivel que cada uno tenga en la cancha, pero esperamos partidos muy peleados", admitió Orsanic. "Será una serie muy pareja. No veo un favoritismo absoluto en ningún punto, y eso es interesante, y abre una expectativa muy fuerte", remarcó João Zwetsch, su colega del lado brasileño. Esa paridad también podría trasladarse al dobles, el único punto en el que los visitantes asomaban como favoritos.

Por otra parte, este clásico tendrá otro ausente además de Del Potro: la referencia es para Juan Mónaco, reciente finalista en el ATP de Buenos Aires, y que por ranking (48°), es el segundo argentino en el ranking. Durante siete años, Pico fue siempre titular en los equipos coperos; en esta ocasión, y ante la paridad de rendimientos previa al Argentina Open, Orsanic prefirió no contar con el tandilense, cuya respuesta pareció llegar con los excelentes resultados que logró en Palermo. El capitán insistió en que tomó su decisión por razones deportivas y no dudó en señalar que, si algún jugador se lesionaba en estos días, Mónaco iba a ser el reemplazante; Pico fue claro cuando señaló que parecía no tener espacio en esta nueva etapa y cuando admitió: "Mi relación con Del Potro es nula. Quizá sea tiempo de una renovación, de que aparezcan otros nombres". Ayer, a través de Twitter, le transmitió un mensaje al equipo un mensaje conciliador. El futuro dirá si Mónaco tendrá una nueva oportunidad.

El lunes pasado, en una conferencia de prensa, Del Potro sentó su postura: "La historia del tenis argentino está cambiando". Hablaba de los avances que notaba en pos del desarrollo, de que sus inquietudes al fin habían sido escuchadas por la AAT; en definitiva, de una nueva gestión. Dentro de ese contexto, en más de un sentido, este duelo contra Brasil representará una prueba. Cada encuentro copero suele representar un examen, y este clásico no será la excepción. Después de un tiempo de fuertes turbulencias, el tenis argentino espera encontrar el espacio y el momento para el despegue.