Lo que dejo el ultimo paro

08.04.2015 18:10

Aún comenta la oposición y se hace eco toda la prensa del enorme pulpo mediático liderado en gran medida por Magnetto, Clarín y compañía, sobre los alcances, resultados y proyecciones del último paro. Cada medio resalta la masividad, cada dirigente sindical o político remarca la adhesión espontánea de la ciudadanía, (aunque sin mencionar la compulsión que significó la falta de transporte). Todos vaticinan un estado creciente de clamor y desconcierto, todos los actores de este espectro auguran más conflictos, presagian nuevos picos de descontento social y estallidos. Y por supuesto, todos se frotan las manos y anuncian como una predicción de certeza absoluta del oráculo de sus públicos deseos la segura caída de este Proyecto en las próximas elecciones.

El reclamo que dio excusa al paro es sin duda un tema que el gobierno nacional deberá revisar seria y responsablemente para reparar cualquier injusticia. Podrán modificarse los pisos para el tributo, establecer categorías más equitativas, reformularse toda la estructura fiscal. Pero respaldamos los criterios de solidaridad social en que se fundan las actuales políticas, que estimamos justos e irrenunciables. En un país con tan grandes asimetrías el Estado debe intervenir con toda su potestad para procurar un equilibrio más justo entre las condiciones de vida de los que más tienen y los desposeídos. Y gravar los altos ingresos es uno de los recursos legítimos. Habrá que modificar la composición de la recaudación, gravar con más rigor la renta financiera, los capitales inmovilizados, los bienes suntuarios, las exportaciones sin valor agregado, la tierra improductiva, la especulación financiera, procurar el blanqueo del ahorro privado. Habrá que perseguir la fuga de divisas, crear la Empresa Nacional de Comercio Exterior, crear mecanismos que estimulen y si es posible garanticen la liquidación de las divisas ingresadas por exportaciones, en tiempos razonables. Y toda otra medida que tienda a fortalecer las finanzas del Estado sobre la base de una recaudación razonable, eficiente y más justa. Todo esto podrá ser parte de un contrato social a revisar y renegociar.

Pero debemos advertir también sobre las maniobras extorsivas de la corporación económica, la dirigencia sindical opositora y sus circunstanciales aliados políticos y mediáticos y ahora también la corporación judicial, más interesados en desestabilizar al Gobierno que en obtener reivindicaciones para ningún sector que no sea el propio. Son claras, inequívocas maniobras destituyentes. Apuntan a mellar el prestigio de la Presidenta, su gabinete y todo su gobierno, esmerilar la imagen de la gestión, con mentiras y falsas noticias, e instalar el caos, el descontento y la sensación de frustración colectiva, de lo que suponen obtendrán ventajas electorales. Debemos sensatamente preguntarnos PARA QUÉ, con qué fines. Y ahí está el centro de la cuestión: Lo que realmente persiguen es recuperar privilegios, negocios y prebendas que este Gobierno fue limitando para beneficiar a la Nación y las mayorías históricamente castigadas, postergadas, para intentar una redistribución más justa y equitativa. Tenemos que plantearnos, y debemos interpelarlos a ellos, los que conspiran cada vez más abiertamente contra este Proyecto Nacional, qué cambios favorables al pueblo argentino proponen, y cómo piensan gestionarlos y garantizar su éxito.Y tenemos que advertir nosotros, y advertirlo a todos, y debatirlo públicamente en todos los foros qué posibilidad REAL hay de que cualquiera de los proyectos alternativos produzca mejoras para la mayoría del pueblo argentino. Porque objetivamente, bajando el gasto social, que objetan, bajando la presión fiscal, que objetan, destruyendo Anses, que critican, devolviendo el manejo de los fondos jubilatorios al capital privado (las AFJP), suprimiendo la AUH y congelando los salarios, devaluando la moneda, liberando los mercados, que son las medidas de manual para el pensamiento neoliberal, achicando al Estado, lo único que garantizan es precisamente más caos social. Más pobreza, más cierre de fuentes de trabajo, (liquidación de la pequeña y mediana empresa, gran generadora de ocupación en la última década). Profundización de la brecha entre ricos y pobres, depresión del consumo y por ende de la producción, disminución de saldos exportables, desfinanciamiento del Estado por menor recaudación (ninguno quiere pagar impuestos). Pero además, saquear el Tesoro Nacional para pagar a los buitres, a cualquier costo, nuevo endeudamiento para “cumplir”con  los de afuera, a costa de empobrecimiento, marginalidad y exclusión de los de adentro. Con los criterios de Macri, por ejemplo, (que ya lo hizo), o de Massa (que lo anuncia), lo que se ahorre en gasto social se invertirá en armas para la represión interna. Más equipamiento policial para frenar los previsibles conflictos. Volveríamos a las “relaciones carnales” con el FMI, el Club de París o el Banco Mundial, y ya sabemos qué parte de la carne nos tocará poner. Nos aislarán de la Comunidad Latinoamericana, la Unasur y todos los foros regionales, se demolerá la política de cooperación construida laboriosamente por los gobiernos de Néstor y Cristina con los líderes continentales en beneficio de los pueblos de la Región.

Sabemos, lo sabe todo el mundo, la Argentina y la Región crecieron en la última década fundamentalmente en redistribución del ingreso y socialización del bienestar. En especial nuestro país, cuyas cifras de progreso se exhiben como ejemplo en todos los foros, y son reconocidas y mencionadas hasta por nuestros enemigos.

NO DEJEMOS QUE NOS ARREBATEN ESTO. Defendamos con el voto estas conquistas, y vamos por más. No volvamos a comprar jamás espejitos de colores. Por nosotros, por nuestros hijos, por todas las generaciones futuras. Derrotemos a la antipatria, afiancemos en las próximas elecciones el Proyecto Nacional.

 

         *Por Julio Misael Herrera- Presidente- Partido Intransigente de Catamarca