Los límites de la política de Peña Nieto para enfrentar a los Narco
Los narcobloqueos y los duros ataques del crimen organizado en Jalisco han alimentado la incertidumbre en torno a la estrategia de seguridad que lleva adelante el gobierno de Enrique Peña Nieto. Atrás quedaron las detenciones exitosas de líderes en operativos en los que "no se disparó ni un sólo tiro".
El Cartel Jalisco Nueva Generación hizo añicos ese relato y demostró el pasado viernes -bautizado por los especialistas como el "Viernes Negro"- un alarmante poder de fuego, además de organización y un gran despliegue territorial. Pero acaso el saldo más negativo de la jornada haya sido la imagen de debilidad que quedó en las fuerzas de seguridad, que se vieron superadas no sólo en Jalisco, sino en sus estados vecinos.
"No es cierto que hasta ahora las detenciones hayan ocurrido 'sin un sólo tiro'. En rigor, lo que ocurre es que mediáticamente es muy redituable hablar de operativos exitosos que detienen a grandes narcos", contradijo a La Política Online Dante Haro, especialista en Seguridad Pública de la Universidad de Guadalajara, un experto en la materia que además reside en el territorio afectado.
Haro reconoce que, en general, los detalles de los operativos los manejan muy pocas personas, pero desacredita los grandes anuncios que se venían realizando: "No tengo acceso a tanto nivel de información, pero es de suponer que ese tipo de entregas son pactadas, son negociadas. Y entonces plantan un telón detrás. Es puro teatro".
La teoría de este experto de Guadalajara es que "cuando el Estado decide avanzar en serio contra un cartel que sí tiene poder, se enfrenta a este traspié".
¿Hechos inéditos o continuidad del proceso?
Los sucesos de Jalisco han dejado también datos alarmantes que ya son comparados con las épocas más duras de la Colombia de Pablo Escobar. Fue la primera vez que -al menos de forma probada- un grupo criminal derriba un helicóptero de las fuerzas armadas mexicanas.
Es también la primera vez que un cartel muestra niveles de organización tan grande: en poco más de una hora -desde que comenzó el fallido operativo para detener al "Mencho", lider del cartel-, los hombres de Jalisco Nueva Generación bloquearon más de 30 carreteras, no sólo en Jalisco, sino también en los vecinos estados de Colima, Michoacán y Guanajuato.
"Los acontecimientos presentan algunas características especiales, sobre todo por la amplitud de la acción concertada, el uso de armamento de gran poder y la capacidad de repliegue organizado. Estas características recuerdan mucho a las épocas de Escobar en Colombia", consideró Fernando García Cordero, otra eminencia en seguridad, en diálogo con este medio.
Sin embargo, más allá de las particularidades del suceso, la mayoría de los expertos continúan hablando de un proceso de continuidad entre las táctica utilizadas por Felipe Calderón, en su Guerra contra el Narco, y la actual administración de Enrique Peña Nieto.
"Estamos viendo que la estrategia de Calderón persiste, y por supuesto muestra los mismos defectos: al descabezar, se atomiza a los sub grupos, que ingresan en violentas pugnas por el territorio. Esto ya está demostrado", aseguró Hore, y agregó: "Lo que EPN no está haciendo es avanzar contra la estructura del narco, su proceso de producción, distribución y fundamentalmente no se toca el financiamiento y el lavado de dinero".
García Cordero está de acuerdo con su colega: "Frente a esta situación tan compleja, el esquema de perseguir a los capos como estrategia para desarticular a los carteles se revela como una fantasía inoperante. Es la hora del cambio".
Los desafíos
Hay dos grandes vertientes para trabajar, según los especialistas. La primera es dignificar la tarea de las fuerzas de seguridad. Los policías están muy mal pagos, por momentos con mal equipamiento y mala capacitación. No es posible un resultado positivo en esas condiciones.
El segundo objetivo que todavía no se ha aplicado es la denominada "participación comunitaria". Expertos de todo el mundo consideran que es imposible combatir a una fuerza con el poder de fuego y el despliege territorial que se mostró en las últimas semanas sin el apoyo de la ciudadanía.
"Cuando un vecino observa un delito, lo debería denunciar rápido, para que las fuerzas de seguridad acudan al instante, y también haya un mapa, un conocimiento de los peligros en el territorio. Eso hoy no sucede porque la ciudadanía está asustada y no confía ni en sus propias fuerzas de seguridad", detalló Haro.
Pero algunos de esos desafíos que plantean, efectivamente estuvieron presenten en el decálogo que presentó Peña Nieto en noviembre de 2014, en su batería de medidas para combatir al crimen y mejorar los niveles de justicias y derechos humanos.
Después de la trágica desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, se abrió una oportunidad de cambio, que el gobierno no supo aprovechar según los especialistas. Para Haro, "la unificación de las policías municipales en 32 agencias estatales sí era un cambio significativo, pero las voluntades y los tiempos políticos no siempre van de la mano de las necesidades de la sociedad".
García Cordero también lamentó que cuando "eran tiempos de consenso", no se incluyó una política de seguridad que encolumnara a las principales fuerzas políticas del país en el Pacto por México. Ahora, afirman los dos expertos, difícilmente se encuentre una situación similar, al menos en el corto plazo.
"Es momento de repensar esta lucha, de dar una batalla contra el contrabando ilegal de armas, de avanzar con políticas que permitan discriminar las desigualdades, con seguridad que respete la vida y los derechos humanos. Hay aspectos fundamentales en esta lucha que ni se tienen en cuenta: para que el ciudadano sea feliz, debe tener educación, salud, vivienda, trabajo digno", concluyó García Cordero.