NELLY YOLANDA BORDA, MUCHA MUJER
La Justicia aparece con los ojos vendados. Debiera sacarse las vendas, para conocer mejor el horror que desataron los genocidas civiles y militares del proceso.
Venimos a pedir a la Justicia, que mire, que use la balanza con toda precisión, y que haga justicia con su espada. Porque estamos pidiendo justicia por hombres y mujeres que vivieron entre nosotros, que tenían sueños, que confiaban en un futuro mejor.
Nelly Yolanda Borda, era una joven del interior de Catamarca. De Belén, donde todos la conocieron, porque en esa época era aún un pueblo chico.
Y todos los que la conocieron, hablan aún hoy, de sus cualidades y habilidades diversas, acordes a quien necesitara de ellas.
Cuando llegaron soldados desde Mendoza para colocar en Belén el primer sistema telefónico, pronto se hicieron amigos de los jóvenes de Belén.
Y el lugar a donde se juntaban en aquellas épocas era el Puente. Ahí estaban con otros jóvenes. Ahí estaban Yoli y sus amigas.
De pronto apareció el Jefe, y los soldados para no ser descubiertos se tiraron a las arenas del río, que no están a gran altura.
Yoli con su ingenio, dibujó la escena, causando la risa y la admiración de todos. Una maestra que vio sus dibujos le sugirió que hiciera historietas.
Sus amigos se juntaban a charlar y a discutir.
Ella era flaquita y bajita. Y observaba las conversaciones sin participar demasiado. Pero cuando esto terminaba, ella sellaba el final con frases cortitas, irónicas que resumían la charla. El ingenio de los pueblos chicos no tardó en aparecer y la empezaron a llamar “Extracto” porque era chiquita y magistral para resumir con gracia e ironía esas interminables charlas.
Cursó el ciclo primario en la Escuela N° 6 “fray Mamerto Esquiú”. Fue en todos los grados primer promedio, que por entonces era llamado “primer rango”.
Cuenta el Diputado Mandato Cumplido Ramón Galván, que fue compañero de ella en esa escuela, que siempre se esforzaba por ganarle el primer rango, pero nunca lo conseguía. Él realizaba esfuerzos para ganar, Yoli estudiaba muy rápido, y no competía. Ganaba por su inteligencia.
Era lectora compulsiva. Leía todo lo que encontraba por lo que exhibió siempre una gran cultura, que no ostentaba, pero que brotaba naturalmente.
Sus conocimientos eran para todos, ayudaba a estudiar a sus hermanos menores, y a los compañeros de ellos. Compartía sus conocimientos con los compañeros de facultad, enseñaba a los chicos de los barrios pobres tucumanos.
Hábil con sus manos, diseñaba y cosía ropa, bordaba y tejía. Y esas habilidades se las transmitía a los sectores carenciados, por eso de que no hay regalar pescados sino enseñar a pescar.
Un fino e inteligente humor distinguía todos sus actos. Fue amante de la música: Pink Floyd, The Beatles, Violeta Parra, fue amante también del buen cine.
Por donde pasaba, dejaba una marca indeleble.
En Tafí Viejo la eligieron muchísimas parejas para madrina de sus hijos. Allí se la recuerda por sus trabajos solidarios.
Dice Eduardo Galeano que Cada persona brilla con luz propia entre todos los demás. No hay dos fuegos iguales (…) Hay gente de fuego sereno que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas (…)Pero otros arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear y quien se acerca , se enciende.
Yoli tenía ese fuego de pasión por la vida. Fue secuestrada, a sus veintiocho años y desapareció. Y ese crimen se sigue cometiendo todavía, porque detrás de cada desaparecido, estamos nosotros familiares, reclamando una respuesta: Que digan a dónde están nuestros hijos, a dónde están nuestros padres, a dónde están nuestros hermanos.
“JUSTICIA, Y SÓLO JUSTICIA BUSCARÁS…” Deuteronomio 16:20 (La Biblia de las Américas)