Obama se reunió con Castro y Maduro
"La guerra fría terminó". De esta manera el Presidente de EE.UU Barack Obama explicó en una conferencia de prensa brindada aquí en Panamá en el marco de la VII Cumbre de las Américas, el proceso de reestablecimiento de relaciones con Cuba tras la suspensión de ese vínculo en 1961 y que tuvo en el encuentro con el presidente cubano, la fotografía que escenificó el momento más importante de la historia de los últimos tiempos en nuestra región.
Hay que remontarse a 1956, también en Panamá, también en una cumbre regional, para encontrar una foto de presidentes cubanos y norteamericanos juntos. Fueron Fulgencio Batista y Dwight Eisenhower. Los otros antecedentes son fugaces: Un encuentro del Vicepresidente Richard Nixon con un triunfante líder revolucionario Fidel Castro en 1959; un cruce casual en la ONU entre Bill Clinton y el propio Fidel y el que preanunciaba el de hoy, el saludo entre Raúl Castro y Obama en Sudáfrica bajo el manto del funeral de Nelson Mandela.
No solo eso, gran parte de los violentos conflictos políticos que asolaron Latinoamérica desde mediados del siglo XX se pueden observar haciendo eje en el enfrentamiento entre Cuba y EE.UU. Las guerrillas que asomaron en la región se inspiraban en el ejemplo de Cuba y recibieron su apoyo. Para enfrentarlas, las dictaduras recibían el respaldo norteamericano celoso del avance del comunismo en su "patio trasero".
Por eso, pese a que el lema convocante en la Cumbre era "Prosperidad con equidad, el desafío de la cooperación en las Américas" nadie aquí hablo de eso. Todos los ojos estuvieron puestos en el encuentro entre Castro y Obama. Casual ayer con un apretón de manos y un cruce de palabras formales y una reunión de una hora y veinte hoy, donde según trascendió el paso siguiente será la reapertura de las embajadas en La Habana y Washington como gesto de buena voluntad.
“Una persona honesta”
Gran parte de los Presidentes de la región, especialmente Cristina Kirchner, dedicaron su discurso a saludar el acuerdo pero aprovecharon la presencia de Obama para cuestionar duramente la historia intervencionista de EE.UU y pidieron casi unánimemente - solo Canadá y por supuesto EE.UU se opusieron - la derogación del decreto que califica a Venezuela como "país sumamente peligroso para la seguridad nacional de EE.UU".
Pero el más "afectado" fue el más indulgente. Castro aunque al mejor estilo Fidel hizo un repaso histórico duro con las políticas norteamericanas para la región, concluyó con un mensaje indulgente digno del Papa Francisco, gestor de este reencuentro y presente en la Cumbre a través de su delegado Pietro Parolin:"De nada de esto es culpable Obama. Le pido disculpas, se que es una persona honesta".
Ni siquiera Obama fue tan generoso. Aunque agradeció el "espíritu de apertura" de Castro, explicó el acercamiento con un dato pragmático. "Después de 50 años había que intentar algo nuevo". De todos modos, el norteamericano tiene contrapesos que no tienen los cubanos: La oposición republicana, furiosa con el acuerdo, controla el Congreso que debe eliminar el embargo contra Cuba tal cuál él anunció que le solicitará.

No conforme con esto y pese a la desconfianza que sin excepción le expresaron los mandatarios del eje bolivariano, Obama fue por más y también mantuvo un encuentro bilateral con el venezolano Nicolás Maduro del cuál no trascendieron mayores detalles pero es todo un gesto en sí mismo.
Obama parece tener en claro donde va. Pretende mantener buenos vínculos con sus vecinos conciente de que el peligro para EE.UU no está aquí y que la sombra amenzante del crecimiento chino se empieza a notar con fuerza en la región. Los buenos negocios, dijo además Obama, se dan cuando se achica la brecha entre ricos y pobres.
Estas buenas relaciones tienen un límite concreto al cuál Obama aludió en su discurso en la Cumbre. Respeto por las libertades y los derechos humanos al menos como los entiende EE.UU.
En ese sentido, EE.UU apuesta fuerte a hacer sentir su influencia a través de ONGs y la "sociedad civil" dejando de lado las presiones e intervenciones violentas que caracterizaron su vínculo con el resto de América casi desde su fundación.
No es una tarea fácil. Los cuestionamientos estuvieron presentes y la desconfianza es fuerte tanto en los sectores radicales de Latinoamérica como del propio EE.UU. Sin embargo, la "alianza" del Papa con Obama podría no limitarse solo a Cuba. En su próxima visita a EE.UU, pautada para el 23 de septiembre, Francisco podría pedir (y lograr) la liberación de Oscar López Rivera viejo guerrillero independentista portorriqueño detenido hace 34 años en Chicago.
La jugada es a dos bandas. Presionado por liberar a Leopoldo López, Maduro sugirió un improbable "intercambio de prisioneros" que fue desechado de inmediato, pero de concretarse la libertad del portorriqueño, las miradas se posarían inmediatamente sobre Venezuela y sus políticos detenidos contraponiendola con la del generoso Obama.