"Hace 10 años que estoy afuera y es todo muy nuevo, son otros desafíos, y encima estoy en el club que soñé desde chico. Seguro es muy distinto el fútbol de Argentina, pero pude adaptarme en muchos campeonatos y espero hacerlo acá también", relató el atacante, que paulatinamente adquiere su mejor versión física y futbolística para entrar en los planes de Rodolfo Arruabarrena, el entrenador.
Y justamente una anécdota imperdible lo une con el "Vasco", a quien se cruzó hace algunos años en el mismísimo campo de juego. "Una vez, en Europa, me tocó enfrentarlo como jugador y le agradecía por las alegrías que nos dio a los hinchas de Boca. Le preguntaba si iba a volver a jugar en Boca y me dio su camiseta", narró el hombre que llegó para jerarquizar la faz ofensiva durante los próximos seis meses.
Desde luego, Osvaldo nunca ocultó su fanatismo por el "Xeneize" (llegó a convertirle dos goles en un amistoso con Espanyol y no los gritó) y ante los micrófonos contó algunas de las historias de su pasado como un hincha común y corriente. "Cuando era chico venía siempre a la cancha, a veces no tenía con quién venir o no me alcanzaba para comprarme la entrada, pero me las rebuscaba. Incluso ya siendo jugador vine en varias oportunidades", expresó.
"No tengo el ritmo de los chicos, que ya terminaron la pretemporada y están mucho mejor que yo.Pero no me cuesta ponerme bien físicamente y en breve estaré disponible. No veo la hora de jugar en la Bombonera", compartió su anhelo el refuerzo top del fútbol argentino, que podrá quedarse más allá de junio siempre y cuando el equipo acceda a las instancias decisivas de la Libertadores.
Para finalizar agradeció la onda del plantel y el recibimiento de cada uno de sus compañeros: "Los chicos me mataron en la bienvenida, me mandaron al túnel... Enganché a tres o cuatro, que en algún momento se las voy a devolver, ja... Bromas, todo muy relajado y divertido. La verdad, encontré a un grupo espectacular, me están tratando de 10 desde que llegué".
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