Una mujer no vidente de Bariloche se recibió de abogada
“Si yo pude lograrlo, el que se lo propone, puede hacerlo. Sólo hace falta mucho esfuerzo, voluntad y sacrificio”, dijo Gladys Hernández, de 41 años, cuando tiempo atrás rindió la tesis que la convirtió en abogada. Ahora, junto a otros tantos egresados, recibió su diploma y fue homenjeada por la Universidad FASTA y el Centro de Rehabilitación Integral Patagónico.

La barilochense Gladys Hernández nació con cataratas congénitas y con el paso de los años, fue perdiendo la visión. Desde chica pensó en ser abogada y la semana pasada, a los 41 años, recibió su diploma de abogada luego de años de esfuerzo, voluntad y sacrificio.
En el marco de un acto realizado en la sede local de la Universidad FASTA (Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino), un auditorio completo la aplaudió de pie cuando recibió su diploma de manos de Omar Haro y María Inés Ardaist, fundadora y presidente del Centro de Rehabilitación Integral Patagónico (CRIP), quien impulsó y acompaño a Gladys durante toda su carrera, desde los primeros grados del nivel inicial.
Por su parte, Ardaist, como presidente del Centro de Rehabilitación para personas ciegas y disminuidas visuales, entregó un diploma a las autoridades de la universidad en agradecimiento por la beca y al apoyo constante brindado a lo largo de la formación académica de Gladys.
Asimismo, el CRIP hizo entrega a Gladys Hernández de un recordatorio felicitándola “por haber demostrado a todos que siempre hay un horizonte a realizar, si ponemos de nuestra parte el esfuerzo necesario para ello”, señalaron.
“Felicitamos al CRIP, a su fundadora y actual presidente, profesora en atención a personas ciegas, María Inés Ardaist; y al equipo técnico del mismo y a todos aquellos que de una manera u otra colaboran con esta asociación sin fines de lucro, al haber logrado este éxito que enorgullece a todos”, agregaron.
Tiempo atrás, cuando rindió su tesis de grado que la convirtió en abogada, Gladys contó al portal Bariloche 2000 lo dificil que fue este camino. “Me sentaba a estudiar y me ponía a llorar. Estaba al límite de mi esfuerzo personal, pensaba que no podía seguir, que tanto esfuerzo no valía la pena”, rememoró, aunque con la tranquilidad de haberlo conseguido. De hecho, en 2006, terminó de cursar las materias obligatorias de la carrera, pero al no poder rendir los exámenes finales, perdió la vigencia de las mismas y por ende, debió recursar.
Pero Gladys no paró y ahora asegura: “si yo pude lograrlo, el que se lo propone, puede hacerlo. Sólo hace falta mucho esfuerzo, voluntad y sacrificio, porque esas tres cosas van de la mano. Tuve la fortuna de rodearme de la gente ideal, que me dio el impulso necesario para seguir, para levantarme ante cada caída”.
Además, la mujer, que actualmente se dedica a enseñar a personas no videntes el sistema Braille, aspira a dedicarse a su profesión desde una perspeciva social “en algún organismo que me permita tener contacto con la gente, como ser la Defensoría del Pueblo o en la atención de la Línea 102 del municipio”, ya que sostiene que es “importante involucrarme, conocer la realidad de gente que tal vez vivía a metros de tu casa, pero uno no conocía su historia”.
Además de Gadys, recibieron sus diplomas 110 egresados de las facultades de Ciencias Jurídicas y Sociales, Ciencias Económicas, Ingeniería, Ciencias de la Educación y también de la escuela de Ciencias de la Comunicación, en el salón de actos de la universidad.
La colación contó con un auditorio lleno completo del salón por parte de autoridades públicas y privadas, familiares y los propios egresados.
“Se sintió el contagioso espíritu de camaradería enhebrado en años de estudio y dedicación. La ceremonia fue muy cálida y emotiva en sí misma, pero se transformó todavía más especial cuando llegó el turno de Gladys”, relató la críonica universitaria.